Buscar este blog

domingo, 11 de marzo de 2012

Lo vi, otro día más.
Cada día me cruzaba con un hombre, con un hombre de ojos tristes y mirada perdida, con heridas aparentemente en el corazón.
Digamos que como el principito al zorro, me acostumbré a verlo, y sus paseos tristes y profundos me domesticaron, me inventé una vida para su tristeza e imaginé pasiones, tormentos y aventuras.
No se percataba de mi presencia, tanto mejor para poder inventar sin ser descubierta, como condenada a mirarle desde afuera.
Caminaba sin camino cual Machado, inspiraba inseguridad, aunque carezco de la capacidad de interpretación parecía infeliz...