Buscar este blog

domingo, 30 de enero de 2011

El deseo.

Creo que toda mi carrera nació de los aromas y olores que emanaban de ello y que de niña, me hacían enloquecer de deseo.
Si, enloquecer de deseo, literalmente. Se tiene muy poca idea de lo que es realmente el deseo, el verdadero, cuando nos hipnotiza, cuando se apodera de nuestra alma entera, engatusándola por completo, ¡hasta el punto de convertirlo a uno en un demente, un poseso, dispuesto a todo por una migaja, por un poquito de nada de lo que allí se cuece, ante nuestra nariz subyugada por un aroma diabólico!